LA TRATA DE PERSONAS EN BARRANQUILLA

Resumen

Colombia es uno de los países de América Latina más afectados por el fenómeno delictuoso cono- cido comúnmente como “trata de personas”. Después de Brasil, registra el mayor número de seres humanos, particularmente mujeres y niños, enviados desde el territorio de origen hacia los conti- nentes europeo y asiático, donde son destinados al lenocinio obligado o la servidumbre clandestina.1 Algunas de las modalidades más frecuentes del delito aludido, son el trabajo esclavo y la prostitu- ción forzosa; habiendo alcanzado esta última grandes repuntes en las estadísticas internacionales de los organismos encargados de investigar y reprimir el sórdido “negocio”. Según informes del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) se calcula en cincuenta mil (50.000) el número de mujeres colombianas que en países como Japón, España y Holanda, se encuentran obligadas a ejercer este ignominioso género de prostitución. La “trata de personas” ( conocida antes como “trata de blancas) es la acción o conjunto de accio- nes consistentes en raptar, transportar, trasladar, acoger, recibir, retener o someter a seres humanos, recurriendo a la amenaza, el uso de la fuerza, la coacción, el rapto, el fraude, el engaño, el abuso de poder, o el aprovechamiento indebido del desamparo económico, para someterlos al yugo de la neoesclavitud laboral o al ejercicio infamante de la prostitución forzosa. El concepto en examen incluye el lucro de la prostitución ajena, la compra-venta, dominio, tenencia o alquiler de la vícti- ma para finalidades sexuales depravadas, trabajos forzados, mendicidad infantil, neoesclavitud humana o prácticas análogas. El delito, por otra parte, guarda tenebrosas relaciones con la extracción quirúrgica de órganos humanos para la venta en el mercado negro, un comercio tan rentable como ominosamente crimi- nal. En países como Colombia, donde hacen presencia los grupos armados al margen de la ley, el reclutamiento forzado se clasifica en la misma taxonomía delincuencial.